11 de abril de 2015

Temporal en Madryn, diciembre de 1991

             Comentario. Copiamos y pegamos del blog del amigo Hector Scaglione el siguiente relato de esas cosas que pasan en el mar y hasta en puerto. Enlace al final.

==================



Con un cielo azul profundo y vientos en calma, nada hacía presagiar que se produjese  un desequilibrio pero, el barómetro, testigo silencioso e inexorable, al marcar cada vez más bajo los niveles de la presión atmosférica, anunciaba la furia climática que se avecinaba.



Con el "Cabo San Juan" al finalizar la campaña de pesca, arribamos a Puerto Madryn en ese atardecer del 10 de diciembre de 1991. Ahora, en pleno proceso de descarga, nos llamó la atención una calma chicha absoluta, rareza que, cuando hacía su aparición en la zona, no anunciaba nada bueno. De todos modos, los oficiales libres armamos las guardias de puerto para disponernos a disfrutar de una buena cena en tierra firme, olvidarnos un poco del barco y conectarnos con nuestras familias pero, en ese momento, sin saber qué sucedía en el  exterior del edificio, tuve una sensación extraña sobre la piel, y fue en el preciso instante en que se desataron los vientos con una violencia inusitada.

Aunque con cierta duda, nos encontrábamos felizmente sentados a la mesa del restaurante, mientras, al paladear una copa de buen tinto irrumpió frente a nosotros, pálido y desencajado el capitán de armamento.

—¡Muchachos, la marejada está destrozando los buques, tienen que zarpar de  inmediato!

Bien amarrados como estábamos, en el muelle Almirante Storni,  principalmente utilizado por la fábrica de aluminio Aluar, sólido y dispuesto para las rigideces del clima patagónico, tratamos de pensar que las veleidades climáticas no nos afectarían como ya ocurriera en otras oportunidades pero dada la magnitud podría provocar sorpresas. Ahora, al salir a la calle medimos que el meteoro que se había desatado lo hacía con toda su potencia y la rapidez de un rayo. Formó una nube de agua y arena que cubría desde la costa a gran parte de la ciudad impidiendo la visibilidad. Nos era vital llegar rápidamente al buque, nuestra herramienta de trabajo. Solo por costumbre, López el capitán de armamento al comando de su camioneta, encontró el camino, pese a que varias veces estuvimos a punto  de volcar o volar por los aires. Encaramos el largo viaducto del muelle barrido ahora por una cortina de espuma y agua que se desprendía de las olas. Pese a los riesgos previsibles logramos embarcar en el momento justo en que una de las gigantescas grúas cigüeña caía frente a nuestra proa al mar con gran estruendo. Uno de los buques sin gobierno se nos vino encima, en lucha para poder liberarnos de quedar aprisionados, al retroceder a plena máquina, el roce metálico entre los cascos produjo una chorrera de chispas pero, gracias a la destreza del capitán y la buena respuesta de máquinas, pudimos zafar y alejarnos rápidamente del muelle.  A suficiente distancia nos pusimos a la capa enfrentados al viento y el oleaje como si estuviésemos en medio de un temporal de altura pero a la vista del poblado, ahora ignoto por el fenómeno provocado por los apagones.

Esa noche no durmió nadie, los vientos del sudeste se fueron incrementando y alrededor de la madrugada llegaron a un pico máximo superior a los 200 kilómetros por hora. Con la marejada resultante, los buques que no cortaron amarras, comenzaron a destrozarse al golpear contra el muelle, destrozándolo a su vez. El oleaje alcanzó su pico máximo en las primeras luces del día once.

Desde los buques violentados por el turbión, brotaban gritos lastimeros de quienes estaban a bordo al cuidado y no les había alcanzado el tiempo para abandonarlos. Por el canal 16 VHF de emergencias, como único medio para solicitar ayuda, pedían por Dios que los rescaten y, tal vez escuchados por quien clamaban, estos buques fueron arrastrados por el viento, y sin peligro para nadie vararon en las playas cercanas, salvo una embarcación sin tripulantes, que naufragó. Al mediodía siguiente comenzó a ceder la fuerza del meteoro y ese atardecer, uno de los pocos buques que quedamos a flote y con máquinas, como si no hubiese pasado nada, enfilamos a un sector confiable del muelle para amarrar y efectuar algunas reparaciones. A pleno sol y extendiendo la vista en derredor resaltó el caos. Buques hundidos, varados en la playa, el enorme muelle de Aluar, ahora destrozado en gran parte por los embates de los buques que no habían alcanzado a zarpar ni soltarse, provocaron el daño mayúsculo al desalinearlo respecto al plano longitudinal. De diseño especial adaptado a la profundidad que de inmediato se toma desde la costa, constaba de largas columnas basadas en el fondo.

El buque "Anita" pasó por debajo del viaducto perdiendo arboladura, la chimenea y parte del puente de navegación, a su vez destrozando los coronamientos de las columnas además de seccionar una viga longitudinal, destruyó el canal de servicios que corría por la vereda sur del viaducto cortando la cañería de agua potable, la red de lucha contra incendios y el cable de 33,2 KV que alimentaba la subestación del muelle dejándolo a oscuras y sin energía para las grúa de pórtico VKE  instaladas en el sitio 3. Parecía una postal de la guerra después de un bombardeo.

Reseña de los sucesos:

El sitio 2 estaba libre, ya que los barcos amarrados al iniciarse el temporal, uno  a uno fueron zarpando para ponerse a la capa, entre ellos "Cabo San Juan", "Dalian", "Scombrus" y otros.

En el sitio 3 estaba amarrado el buque frigorífico "Artic", que soportó todo el temporal en el lugar dado que, por la dirección e intensidad del viento le fue imposible despegarse del muelle.

El sitio donde más afectó el temporal fue el Nº 4, donde estaban amarrados varios buques pesqueros sin máquina o personal suficiente a bordo. Se encontraban el "Po An" (Ex Estrella de Mar), "María Dolores", "Anita", "Antonio Miralles" y el "Jorge Antonio", "Joseph Duhamel" de Ventura S.A, el "Guillermo Daniel" y un pesquero de bandera española "Cabo Mayor" que estaba interdicto por haber sido encontrado pescando dentro de las 200 millas sin permiso. Tenía a bordo un sereno  de nacionalidad uruguaya que ni siquiera era marinero.

El "Antonio Miralles" por una mala maniobra cortó el cable de remolque y terminó en la costa a un metro escaso del viaducto del muelle. Este barco fue hundido hace unos años al SE de Punta Cuevas donde pasó a formar parte de un parque submarino.

 El "Anita" (foto) al quedar al garete fue llevado por el temporal hacia el muelle, como ya se dijo, después de destrozarle el puente de navegación, lo hizo pasar por debajo del viaducto y vararlo en la playa a unos 200 metros al norte del mismo donde permaneció por mucho tiempo.

El "María Dolores" se hundió en el lugar, en el rincón que forman el sitio 3 y 4 de donde fue reflotado y tiempo después remolcado, varado y abandonado luego a unos 30 metros al sur del muelle. Existía un proyecto para hundirlo como atractivo para los buzos deportivos.

El "Joseph Duhamel" soportó el temporal amarrado, destruyendo un dolphin del sitio 4 y su popa, al poco tiempo fue remolcado y varado en la costa a escasos metros del "María Dolores"´.

El "Guillermo Daniel" que había salido a capear el temporal quedó sin propulsión y fue llevado por sus tripulantes a la costa donde lo vararon.

El "Jorge Antonio" capeó el temporal en rada hasta que quedó sin combustible y sus tripulantes intentaron vararlo en la playa pero el temporal lo arrastró hacia el muelle que, antes de embestirlo, los marineros se lanzaron al agua y alcanzaron embarcar en un bote salvavidas, el viento los llevó a la playa y, el buque fue a dar con los restos del pesquero griego "Koustouriaris" que le produjo rumbos en el casco y la fuerza del temporal lo hizo pasar por debajo del viaducto, encontrándose hoy hundido al norte del mismo y a unos 700 metros de la costa.

El "Cabo Mayor" fue el que más daño le provocó a la estructura del muelle en su supersetructura, además de colaborar en el hundimiento del "María Dolores", a raíz del fuerte oleaje sus popas estuvieron golpeándose en forma constante hasta el hundimiento de éste último. El pesquero español, cortados sus cabos de amarre se posicionó transversal al viaducto, golpeándolo sistemáticamente, provocando la rotura de una de las vigas transversales del mismo llegando a dañar una segunda. Luego de múltiples intentos de ponerlo en marcha y dado que no contaba a bordo con personal idóneo, gente de la empresa Harengus lo abordó y con la ayuda del pesquero "Scombrus" lograron remolcarlo a rada.

A pesar del desastre provocado por el temporal, sin precedentes en Puerto Madryn, donde los daños materiales fueron cuantiosos, milagrosamente no hubo que lamentar víctimas fatales, salvo algunas heridas leves, contusiones y el susto mayúsculo de embarcados y pobladores.
                                                                                       Héctor Scaglione

Enlace al blog: Temporal en Madryn


No hay comentarios:

Publicar un comentario